Nadie estudia para ser padre. Aprendemos en el camino como se dice, cometiendo errores muchas veces. Si Dios nos ha bendecido brindándonos la oportunidad de ser madre o padre, es para que extendamos el amor a ese ser. El amor no es engreimiento, llenar nuestra ausencia con juguetes o ropa, ni matricularlo en un montón de actividades para mantenerlo ocupado, sino brindarle nuestro cariño, compartir con él o ella a través de sus juegos y crecer a su lado.
Muchas cosas nos impiden acercarnos a ellos. Una de ellas son las heridas emocionales que llevamos en nuestro interior desde la infancia, la mayoría ocasionadas por nuestros propios padres, a través de su indiferencia, insultos, golpes físicos, etc. Todos estos factores hacen que en la vida adulta no podamos expresar el amor que sentimos por nuestra pareja, por nuestros hijos y familiares. Cómo dicen varias personas en consulta: “Quiero decirle tantas cosas, pero me cohíbo”, eso es porque llevamos toda esa carga emocional dentro de nosotros y si no se resuelve, seguiremos el mismo patrón de crianza que limitaron a nuestros padres y a nosotros. Muchas veces nuestros padres nos dañaron, porque ellos fueron maltratados a su vez por sus padres. No podemos brindar amor si no nos lo dieron, uno no puede dar lo que no conoce, pero no es tarde para aprender. Se puede sanar a ese niño interior herido y llegar a expresarse como nunca antes lo hicimos, a través de la terapia emocional lo podemos lograr.
Autora:
Lic. Tania Scamarone López
Psicóloga Infantil
C.Ps.P.: 10854
Directora
Centro de Desarrollo Infantil “Descubrir